Locales Escuchar artículo

Cuando el abandono del Estado Nacional se vuelve norma, La Rioja reafirma que hay otra forma de gobernar: con humanidad

Argentina atraviesa tiempos oscuros.

Por Victor Bazán.- 

Argentina atraviesa tiempos oscuros. Las políticas de ajuste implementadas por el gobierno nacional de Javier Milei no sólo han golpeado las estructuras económicas, sino que han desmantelado los mecanismos de contención social. Las consecuencias ya no se reflejan únicamente en los fríos indicadores de la macroeconomía, sino en las calles, bajo los techos improvisados de cartón y nylon, donde cada noche más personas enfrentan el frío con el cuerpo y la esperanza rota.

En Mendoza, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en otras localidades del país, personas en situación de calle murieron por hipotermia. Pero no fue el invierno el que las mató. Fue la ausencia del Estado. Fue la decisión política de recortar, de ajustar, de invisibilizar. Fue la crueldad disfrazada de "libertad", que se cobra vidas mientras se aplauden gráficos financieros en alza.

Frente a ese modelo de exclusión y desamparo, existe una provincia que elige ir a contramano: La Rioja. Mientras gran parte del país se hunde en la indiferencia estatal, aquí se sostiene una red de asistencia, inclusión y justicia social. En La Rioja no hay personas en situación de calle, y no es producto del azar, sino de una decisión política. Porque hay un gobierno que entiende que tener un techo no es un privilegio, sino un derecho.

La semana pasada mencioné que La Rioja figura entre las provincias más seguras del país, según el ranking elaborado por el Ministerio de Seguridad de la Nación. Y no es casualidad. Esto se debe, en parte, a la inversión en infraestructura, patrulleros, equipamiento y salarios, pero también al trabajo constante de contención social que despliega la provincia. Un esfuerzo que abraza a todos los sectores de una sociedad que, a nivel nacional, ha sido abandonada a su suerte como consecuencia de las políticas de ajuste.

El Plan Angelelli es un ejemplo concreto de esa mirada integral. Aquí no se entregan simplemente viviendas: se garantizan hogares dignos, con tres dormitorios, que permiten recomponer la vida de cientos de familias. Es una política que abraza, que integra, que repara. Una política que, en tiempos de ajuste salvaje, demuestra que el Estado puede —y debe— estar presente, sobre todo donde más se lo necesita. Hoy, gracias a este programa provincial, más de 900 familias no sólo tienen un techo, sino un verdadero hogar.

La comparación es dura, pero necesaria. Mientras Milei retira al Estado del tablero y deja a los más vulnerables librados a su suerte, La Rioja demuestra que otro camino es posible: uno que priorice a las personas por encima de los números; que entienda que cada muerte por frío no es una estadística, sino una derrota moral y ética.

Llegamos hasta aquí de la mano de decisiones políticas, y es también a través de la política que debemos encontrar la salida. En octubre, cada ciudadano y ciudadana debe comprender que también somos responsables del presente y el futuro de los nuestros. La democracia nos brinda la posibilidad de elegir qué modelo de país queremos, y quiénes van a representarnos y a luchar contra este sistema de gobierno que, desde su llegada, trabaja incansablemente para desmantelar (destruir) el Estado desde adentro.

Debemos comprender algo fundamental: el Estado somos todos, y cuando destruyen al Estado, nos destruyen a todos.

La realidad no se tapa ni con discursos vacíos en redes sociales, ni con tecnicismos economicistas. La realidad se vive, se siente y se sufre en las calles, en los comedores comunitarios, en el llanto silencioso de quienes lo han perdido todo.

Por eso, hoy más que nunca, el ejemplo de La Rioja no debe ser silenciado, sino replicado. Porque ante la crueldad, se responde con dignidad. Porque frente al despojo, se abraza el bienestar colectivo. Porque ante la muerte, debe estar el Estado. Un Estado presente, eficiente, humano y comprometido con promover condiciones dignas de vida para todos y todas.

Un Estado Humano.

Comentarios
Volver arriba