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Dr. Juan Pablo Amaya: “Lo que hicieron no fue revivir al lobo terrible. Es un mutante del lobo gris”

¿Qué hay realmente detrás de este anuncio científico y qué dilemas abre? Las respuestas en la nota.

Una noticia sacudió las redes y medios del mundo: científicos habrían revivido al “lobo terrible”, un depredador del Pleistoceno, extinto hace más de 12.500 años. Las imágenes de tres ejemplares bautizados Rómulo, Remo y Khaleesi, difundidas por la empresa Colossal Biosciences, alimentaron la fantasía de una biotecnología capaz de desafiar el tiempo. 

Pero según explicó en Radio La Torre el Dr. Juan Pablo Amaya, investigador del CONICET y docente en la Universidad Nacional de La Rioja, el título no se ajusta a la verdad científica. “Lo que hicieron fue tomar partes del ADN del lobo terrible extraído de fósiles y combinarlo con el ADN de lobos grises actuales. Técnicamente, no es un lobo terrible revivido, sino una versión mutante del lobo gris”, aclaró Amaya en “Mediodía en La Torre”. 

Los ejemplares fueron desarrollados mediante edición genética, tomando secuencias específicas como el tamaño, la densidad del pelaje y la robustez craneal del extinto Aenocyon dirus. Sin embargo, el genoma completo no fue reconstruido, lo cual es clave para hablar realmente de “desextinción”. 

Más marketing que ciencia

Amaya no dudó en calificar el anuncio como “muy marketinero”. Y si bien reconoció el valor técnico del procedimiento —ya usado ampliamente en cultivos vegetales resistentes—, advirtió que en el caso de los animales no se trata de una novedad revolucionaria, sino de una aplicación espectacularizada de técnicas ya conocidas. 

Además, subrayó que no se trata de una solución para la conservación de especies. “Para salvar animales en peligro de extinción hay otros métodos más efectivos. Esto es un negocio. Hablan de armar un parque temático con estas criaturas híbridas”, comentó. 

Dilemas éticos y científicos

El caso reabre el debate sobre los límites de la ciencia: ¿hasta dónde se puede avanzar sin perder de vista los principios éticos? ¿Qué rol tendrán estos animales creados en laboratorio? ¿Pueden escaparse o reproducirse sin control?

“Hoy el límite ya no es tecnológico, es ético”, sentenció Amaya. Y aunque proyectos similares ya planean devolver a la vida al mamut lanudo, el pájaro dodo o el lobo de Tasmania, el científico riojano advierte que la pregunta central no es si se puede, sino si se debe.

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